
Declaración de las delegaciones indígenas
durante la adopción de la Declaración Americana de la Asamblea General de la OEA
sobre los derechos de los pueblos indígenas
Santo Domingo, República Dominicana, 15 de junio de 2016
Presidente de la 46ª Sesión de la Asamblea General de la OEA
Distinguida Secretario del Estado
Secretario General de
la Sociedad Civil y Representantes Privados
Hermanas indígenas y hermanos de la
gente de la República Dominicana de la República Dominicana
Agradezco a Baba, Nana y nuestro Pachamama por permitirme dirigirme a usted en nombre de los gobiernos e instituciones tradicionales de los pueblos y naciones indígenas de Abya Yala (las Américas).
La adopción de la Declaración Americana sobre los Derechos de los Pueblos Indígenas por parte de la Asamblea General es un evento histórico y el asentamiento de la deuda moral que el OAS tiene con los pueblos indígenas. Esta adopción concluye el proceso de negociaciones de casi 30 años sobre los derechos de nuestros pueblos, que son más de 50 millones de personas indígenas, en todo Abya Yala.
Esta declaración también es una confirmación histórica de que las Américas ya no pueden ignorar la presencia vital y la participación total y efectiva de los pueblos indígenas en el desarrollo del hemisferio.
Reconocemos el compromiso de la OEA de obtener un texto de declaración creado y acordado con la participación de representantes indígenas durante el proceso de negociación. Desafortunadamente, nuestra participación en la etapa final de este proceso fue limitada debido a la falta de voluntad política por parte de los Estados miembros con respecto a la financiación de este proceso.
El proceso de negociación para la adopción de la declaración no ha sido fácil, debido al hecho de que algunos estados han insistido en someter a los pueblos indígenas a las leyes y constituciones nacionales del estado, lo que es contrario a la postura progresiva tomada en el derecho de los derechos humanos. En este sentido, nosotros, los representantes indígenas, nos gustaría dejar en claro que nuestros derechos no son negociables, y que deben ser reconocidos, protegidos y garantizados en el sistema interamericano. Además, nada en esta declaración puede contradecir o socavar los derechos reconocidos en la Declaración de las Naciones Unidas sobre los Derechos de los Pueblos Indígenas.
Nos gustaría reconocer la participación, la confianza y el apoyo de los más de 500 representantes de los pueblos y organizaciones indígenas en las Américas, cuyas perspectivas y preocupaciones eran la piedra angular y la inspiración que nos guiaban en la negociación de la declaración. También nos gustaría agradecer a las delegaciones estatales por el importante papel que desempeñaron en este proceso, en particular los que lideraron al grupo de trabajo, y a todos los que hicieron posible estas negociaciones, tanto en la sede de la OEA como en sus países nacionales.
Además, nos gustaría agradecer tanto a las organizaciones no gubernamentales de la sociedad civil como a las organizaciones internacionales que apoyaron la participación de representantes indígenas en las reuniones de negociación, así como a la Comisión Interamericana de Derechos Humanos y al Comité de Avalados Políticos y Jurídicos de la OEA por su trabajo invaluable.
Durante este proceso de adopción, es importante tener en cuenta que los pueblos indígenas son actualmente víctimas de asesinatos y criminalización de nuestros líderes indígenas debido a nuestra lucha para defender nuestros derechos a la autodeterminación, tierras, territorios, recursos naturales y preservación cultural, como fue el caso de Berta Caceres. La imposición de proyectos, como los proyectos mineros, agroindustriales e hidroeléctricos, que, además de ser insostenibles, provocan el desplazamiento forzado de cientos de comunidades indígenas, la degradación del medio ambiente, la pérdida de nuestra soberanía alimentaria y son responsables del cambio climático, que nos afecta a todos en esta región.
Nos gustaría afirmar que los pueblos indígenas son defensores de nuestra Madre Tierra y que hemos practicado el desarrollo sostenible de los tiempos ancestrales. Por lo tanto, no es una coincidencia que los recursos naturales en nuestro continente se encuentren dentro del territorio indígena, y debido a esto, nos parece inaceptable que hoy en día sean discriminados y marginados durante las discusiones nacionales y regionales sobre este asunto.
Es de gran importancia, por lo tanto, que la declaración reafirme nuestros derechos inalienables a la autodeterminación; a nuestras tierras, territorios y recursos; a consentimiento y consulta gratuitos, anteriores e informados; y para proteger la integridad de nuestras culturas, entre otras, y hace que su cumplimiento sea un objetivo común en las Américas.
La declaración debe ser la base sobre la cual se construye una nueva relación entre el estado y los pueblos indígenas, basado en el reconocimiento y el respeto de nuestros derechos fundamentales, y como una condición necesaria para la creación de sociedades justas y democráticas.
En este sentido, la declaración exige acción, implementación y una necesidad urgente de la creación de políticas públicas inclusivas, relevantes y específicas que permitirán el fortalecimiento de nuestras instituciones y la gobernanza de nuestras tierras, territorios y recursos naturales para permitir nuestro desarrollo sostenible.
En esta nota, llamamos a los estados, la sociedad civil y la empresa privada que trabajen juntos para la implementación de esta declaración, que se convertirá en el próximo desafío de la OEA.
Finalmente, apelamos a la creación de un mecanismo efectivo a través del cual se permite que la OEA monitoree el cumplimiento del estado de la declaración, con la participación total y efectiva de los pueblos indígenas. Además, exigimos un espacio para la participación apropiada dentro de la OEA que nos permitirá expresar nuestras preocupaciones específicas, como gobiernos indígenas e instituciones tradicionales.
Con la adopción de esta declaración, los estados estadounidenses resuelven una deuda con los pueblos indígenas. Es por eso que esperamos firmemente que, al igual que una historia de despojo y colonización de nuestras tierras, ha tenido lugar hace más de 500 años, se presentará un nuevo amanecer para los pueblos indígenas de las Américas, para que finalmente tengamos paz, justicia y dignidad.
¡Nunca más las Américas, sin sus pueblos indígenas!